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21 May

Lo Que Nunca Dijiste...

Publicado por Carla Cat

http://www.danikaze.com/wp-content/uploads/2008/12/shot0002.pngCuando apareció casualmente y sin cita previa, el cielo gris tras la ventana se me tornó romántico y la lluvia amenazante, promesa de querencia segura. Me repasó de pies a cabeza con mirada aprobadora mientras se acercaba sin dejar de sonreír. Descansó su mano en mí por un segundo, sus pestañas me acariciaron tiernas y algo recorrió mis vísceras retorciéndolas de placer. ¿Cómo detener una emoción desatada y simular aquello que habla con la mirada? Probablemente lee en mis labios los besos que mi corazón le susurra, distingue en mis pupilas una emoción creciente y huele los nervios que se zafan en mi piel y no puedo sacudir.

Un encuentro imprevisto pero con premeditados y ensayados diálogos por mi parte, con el objetivo más que claro, pero sin guión seguro. Ordené mis pensamientos, clasifique las prioridades, sospesé los riesgos, las traiciones, las torturas…

Obligada reflexión y, tras todo eso, me decidí a abrir por fin la caja de Pandora. El escenario de siempre, el auditorio, sin público, y los figurantes, ausentes. Pensé que ningún otro momento seria mejor para el estreno. Hacía meses que no estábamos solos frente a frente. No más filtreos disfrazados, deseos del corazón envueltos en papel de fumar para salvar apariencias. Una respiración honda como preludio y, sin plena noción de la realidad, me oí decir: ‘‘tengo que hablar contigo de algo personal’’… Desde ese instante, prendida de su mirada, empecé a tener conciencia de que el engranaje había empezado a funcionar. Como si de pronto cayera desde el cielo y sin paracaídas, mirándolo a unos ojos no muy sorprendidos, empecé a intentar explicar qué era aquello que tanto urgía en mí saldar.

Las palabras y los gestos no resultaron fáciles… Era más duro que nunca encontrarme en su retina, tomaba aire buscando alguna ayuda sobrenatural que me inyectara el valor para afrontar aquello que yo misma había destapado. El vaso en mis manos amenazaba con resbalarse de un momento a otro e, ironías de la vida, yo calmaba mis nervios mojándolos en el segundo café caliente... Solté amarras, y mi frase en primera persona lo hizo reaccionar más con indiferencia que con el abrazo que muy en el fondo ya esperaba (pero creía imposible). Poco a poco, a medida que iba desenvolviendo la madeja, con más silencios, que con gran esfuerzo conseguía hacerme entender sobre lo que sentía hacia él, su actitud fue cambiando de defensiva a acogedora, y parecía que llegábamos a una conversación más normal dentro de la insólita escena sacada de algún libro. Hasta estalló su mirada sonriente en mis ojos y me confeso que reía de auténticos nervios por tan inesperada escena. Después, como una segunda resolución, abrió una puerta que yo no esperaba, me ataba a otro acercamiento para hablar abiertamente e intercambiar más detalles frente a un vaso de whisky. Al oír eso no supe si exaltar mis nervios por una sincronía de sentimientos o calmar mi sensación de suicida sentimental lanzada a un coma emocional seguro. Pero el momento mágico se disipo. Aparecieron de nuevo los secundarios e improvise en segundos otra conversación paralela e inventada justo para ese momento, en el que él siguió sin inmutarse.

Se disolvió toda la ilusión, toda la espera contenida en tan poco espacio que de pronto me quedé vacía y casi sin aliento… Probablemente alguien etéreo e invisible me insuflaba vida para evitar que cayera literalmente.

El ansia que me ahogaba por no poder colgarme de su cuello, por poner diques a una pasión desbocada, al fin explotó. Pero yo esperaba una respuesta, yo aguardaba sus palabras para empezar la imposible vuelta atrás o el frenético delirio de sentidos encontrados. Busqué provocar una reacción que no ocurrió, no se si por incomoda o porque no cabía en sus esquemas. Y tras la actuación sin aplausos, unas miradas de soslayo. El sabor de boca dulce se volvió amargo por un escalofrío; me había desnudado

Mientras él seguía vestido escuchando mi alegato.

Han pasado tres meses desde esa tarde, noventa y dos días con sus noches, y las horas me repiten que me equivoqué. Ayer estuve en la mesa que aguantó quieta nuestra escena, que escuchó las voces, y me pregunté, cínica, si no lo imaginé todo. En este destierro sin barrotes, mi infierno es esperar aquello tan anhelado que no llega nunca, lo que no logré arrancar aquella tarde de confesiones. Es un efecto de vértigo continuo. Como un día calcado al anterior. Me pregunto si hoy obtendré alguna declaración, si se apiadará de mi suplicio y concluirá este drama. Los sentimientos no son un guión aprendido, son dardos que te entran por los poros, te atraviesan el pecho, los acaricias o se precipitan hasta que borran tu sensatez y en ocasiones hasta acaban con tu dignidad. Él se siente ganador de esta carrera porque yo misma le declaré mi flaqueza…Y, para un cazador, ¿Qué mayor placer hay que recrearse en una distracción de la que se sabe vencedor? Aposté muy bien su juego agitando mi vanidad y reviviendo las mieles de juventud, como ese tren que solo pasa una vez en la vida cuando ya no esperas nada… Pero no pensé en los recovecos que tiene escondido el destino volátil. Es la única forma de olvidar, de acabar con la quimera. Que me niegue, me evite, que me prive de sus manos, de sus palabras intencionadas, que deje de atisbarme cándido… Ahora, desde el desespero, ruego por el noble despojo de revelaciones que me hieran y me deshagan, que, aunque me rompan las entrañas, me dejen libre de esta esclavitud que no tiene cadenas pero que me amarra el alma. Que no me deja respirar una sola vez sin que sienta que se quiebra el corazón, haciendo de cada día un paso más a lastimar.

Esta congoja diaria derrama mi aguante y me obliga a llevar una mascara de aplomo, una cortina de serenidad. Intento controlar el desorden de mi garganta. Deshacer ese nudo cuando cruzamos una mirada o más de una frase seguida, por temor a no demostrar esa valentía, según él, cuando vacié mis delirios en su pecho esperando su veredicto… que ha resultado en réplica silenciosa que secaba mi firmeza. Se vuelca mi entereza en cada encuentro, con cada recuerdo de sus palabras auguraban un intento de amor en grado de tentativa. Me resisto a una sentencia muda, no puedo pensar en una condena resignada sin haber escuchado un fallo de sus labios, un repudio en sus ojos abrazándome. Necesito zanjar mis emociones desbocadas, mis horas interminables desperdiciadas en descifrar cada postura, cada gesto, cada intención encubierta, cada roce solapado… cada bocanada de humo clandestino de un beso.

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Acerca del blog

Adentraos lectores incautos en un mundo imaginario,fansasioso, duro, feliz, amargo y realista. Mis textos abarcan muchos temas. Así que, queridos lectores, os invito a leerme. [Actualización 30/01/18] Blog cerrado, pero sin borras las entradas. Me mudo a otro blog dado que aquí la etapa está cerrada.